Tengo una cuerda de la que tengo que estar tirando todo el rato
Tengo una cuerda, es una cuerda gorda, áspera y pesada.
Generalmente, la cosa es así:
- Para empezar, yo tiro igual tanto si llueve a mares, como si hace un sol que quema, como si es buen día de primavera. Da igual.
- Por fuera, voy “a pelo”, es decir, llevo ropa ligera, incluso en las zonas de mi cuerpo que rozan contra la cuerda al aire. Sin guantes. Sin calzado.
- Por dentro, me cuesta más notarlo, pero te diría que suelo llevar mucho ímpetu (aunque esté agotado/a). Intento ganar velocidad a la vez que tiro, a ver si así acabo antes. No suelo pararme a respirar, o a coger aire, solo exhalo. Hago mucha fuerza con las piernas y los brazos. Y siempre en la misma dirección.
Tirar de la cuerda todo el rato puede resultar A-GO-TA-DOR.
Pero un día, ¡alguien me dijo que hay más opciones! (¿Cómo?). Yo, que llevaba tooooda la vida tirando así, no daba crédito. Me lo explicó. Y lo entendí. Me dijo:
- Puedes llevar guantes, incluso los hay de diferentes grosores, y puedes tener varios!
- Puedes ponerte una ropa que te ayude a protegerte de arañazos y quemaduras por rozaduras.
- Puedes escoger un calzado apropiado al terreno que pisas. Con más suela, con menos. De tiras, o cerrado. De piel, o de plástico.
- Si llueve, puedes cogerte un paraguas. O un chubasquero. O ambos, por si acaso.
- Si hace sol, puedes echarte protección solar antes de salir, e incluso llevarla contigo para reponer. También puedes llevar un sombrero. Y gafas de sol.
Todo esto, me pareció razonable. Me lo anoto, le dije.
Lo probé. La cosa cambiaba, la verdad. Peeeero, con el tiempo, yo seguía notando que tirar de la dichosa cuerda era demasiado para mí. Tanto, que incluso pensaba en tirarla, dejarla, chao, nunca más.
Y, entonces, encontré a otro alguien que me contó algo distinto. Esto conllevaba algo más que entender…! Yo le miraba, le prestaba mucha atención, con todo mi cuerpo. Tuve que ponerlo en práctica, y me llevó su tiempo, no te voy a mentir. Pero aquí fue cuando la cosa cambió realmente.
Pude añadir lo de antes (que me vino de perlas) y lo nuevo.
Ya que parece que hay una cuerda para tirar, y no me queda otra que tirar, primero veo cuántas fuerzas siento hoy. Si son pocas, entonces me voy a permitir parar a respirar de vez cuando, coger aire, no solo soltarlo. Hacer descansos, vaya, que todo el rato tirando de la cuerda le resulta agotador a cualquiera; y el tiempo lo decido yo. También puedo cambiar de posición si me apetece, si en la que estoy ya llevo un rato. Al notar que están tirando mis piernas y mis brazos, ¿qué pasaría si hago fuerza de abdomen también? Si las condiciones climatológicas son demasiado para mí, puedo
decidir tirar de la cuerda otro día, no pasa nada; al día siguiente, seguirá ahí, posiblemente. Si tengo crema, me echaré una poca en las manos después de tirar, para que estén más suaves y se reparen del esfuerzo. Al acabar, me permito llamar a cierta persona que sé me que va a escuchar muy bien, para contarle cómo ha ido el tirar de hoy. Y, la verdad, me siento mejor así. Incluso creo que podré ver si necesitaré un descanso extra, porque no todos los días estoy igual, y no pasa nada.
Porque sí, tengo una cuerda de la que tirar. Pero además, ahora tengo muchos recursos que utilizar, y además puedo ir tirando según lo que yo vaya necesitando.
